A pesar de la caída general del mercado, en tres áreas de la biofarma se están produciendo cambios tectónicos. Son tecnologías que ya hoy transforman el tratamiento de clases enteras de enfermedades y crean nuevos mercados multimillonarios.
Obesidad: un mercado de 100.000 millones de dólaresEl gran avance de 2024, según
Science, no fue la terapia génica, sino una nueva generación de fármacos contra la obesidad. Su desarrollo llevó muchos años, pero el resultado ha sido espectacular. Medicamentos como el semaglutida de Novo Nordisk y el tirzepatida de Eli Lilly han demostrado una eficacia sin precedentes en la reducción de peso.
“En 2023 este mercado alcanzó los 6.000 millones de dólares, y las previsiones para 2035 superan ya los 100.000 millones”, señala Ilya.
El potencial va mucho más allá de la pérdida de peso. Los receptores en los que actúan estos medicamentos se encuentran en todo el organismo, lo que abre la puerta a aplicaciones mucho más amplias:
- Prevención de enfermedades cardiovasculares.
- Tratamiento de la insuficiencia renal y de la esteatohepatitis no alcohólica (MASH).
- Datos prometedores en la prevención y tratamiento del Alzheimer, así como en la lucha contra adicciones —desde la alimentaria hasta la alcohólica y la de drogas.
“En realidad, estamos asistiendo al nacimiento de una nueva clase de fármacos con potencial de superventas en varias áreas terapéuticas a la vez”, resume el experto. “Ahora la carrera consiste en desarrollar formas orales más cómodas y medicamentos que conserven la masa muscular al tiempo que reducen la grasa”.
El “software” de la vida: terapias génicas y celularesSi los fármacos contra la obesidad modifican el metabolismo, las terapias génicas y celulares cambian las reglas del juego, al atacar directamente la causa raíz de la enfermedad. Hasta hace poco sonaba a ciencia ficción, pero hoy los primeros productos comerciales ya salvan vidas.
CRISPR: editar el código de la enfermedad.“En noviembre de 2023 se produjo un hito: EE. UU. y el Reino Unido aprobaron la primera terapia basada en las ‘tijeras genéticas’ CRISPR”, explica Ilya. Pone como ejemplo la historia de Victoria Gray, que sufría anemia falciforme desde los tres meses y que tras la terapia lleva cinco años sin dolor ni síntomas.
El potencial es enorme. Inicialmente dirigida a enfermedades monogénicas raras, la tecnología avanza rápidamente hacia mercados masivos. Una señal clave para los inversores fue la compra por parte de Eli Lilly, por 1.000 millones de dólares, de un desarrollador que usa CRISPR para “eliminar” el gen PCSK9 en humanos, lo que reduce drásticamente el colesterol “malo”.
“Teóricamente, a todas las personas se les podría eliminar este gen y lograr una disminución significativa de infartos e ictus. Es algo del futuro, pero el mero hecho de este tipo de operaciones muestra hacia dónde mira la gran farma”, afirma Ilya.
CAR-T: entrenar al sistema inmune para luchar contra el cáncer —y más allá.Otra tecnología revolucionaria es la terapia CAR-T, en la que se extraen los linfocitos T del paciente, se “entrenan” en el laboratorio para atacar un objetivo concreto (por ejemplo, una célula cancerígena) y se reinfunden.
“Por primera vez en 50 años, esta tecnología cambió el estándar de tratamiento del linfoma, demostrando ser superior al trasplante de médula ósea”, subraya el experto.
Pero el verdadero auge llegó hace un par de años, cuando científicos alemanes publicaron resultados “asombrosos” del uso de CAR-T para tratar enfermedades autoinmunes graves como el lupus. Pacientes que apenas podían moverse recuperaron una vida normal tras una sola inyección.
“Ahora, todas las empresas que tenían desarrollos CAR-T para oncología se han lanzado a este campo. Es un mercado potencialmente gigantesco, y estamos apenas en el inicio de su formación”, concluye Ilya.