Reportaje

La biofarma en una encrucijada: dónde puede encontrar crecimiento el inversor

El sector biotecnológico atraviesa la “recesión” más larga de su historia, mientras que la ciencia sigue generando avances revolucionarios: desde la curación de enfermedades genéticas hasta fármacos capaces de transformar radicalmente la salud de las naciones. Ilya Yasny, director de experiencia científica en LanceBio Ventures, explica cómo funciona este mercado, dónde se esconden las verdaderas tecnologías disruptivas y cómo distinguirlas del simple hype infundado.

Las reglas del juego: por qué 9 de cada 10 fármacos fracasan y cómo se gana dinero con ello

“Estamos en un momento muy malo para la biotecnología en términos de financiación. Pero cualquier descenso en el interés de los inversores hoy significa menos medicamentos innovadores para los pacientes mañana”.
Invertir en biofarma es un juego de altas apuestas y lógica paradójica. Para entender dónde están las oportunidades, primero hay que aceptar su regla principal: la inmensa mayoría de los proyectos está condenada al fracaso.
“Según las estadísticas, aproximadamente el 92% de los fármacos que comienzan a probarse en humanos nunca llegan al mercado”, explica Ilya Yasny. “Por eso este sector es tan arriesgado, y por eso las inversiones aquí se llaman capital riesgo”.
Desde la perspectiva del inversor, el largo camino del desarrollo de un medicamento —de la idea a la farmacia— es un proceso de intercambio de dinero por información que reduce riesgos. En cada etapa (estudios preclínicos, fases I, II y III en humanos), la empresa invierte más capital para realizar un experimento. El resultado de ese experimento o bien “mata” el proyecto, o bien demuestra su viabilidad, reduciendo el riesgo y permitiendo atraer una siguiente ronda de financiación más grande.
Este modelo escalonado es lo que permite a los fondos de capital riesgo operar con éxito en un entorno tan incierto. “Aunque el ciclo completo de desarrollo de un medicamento puede durar 10–15 años, nuestro horizonte de inversión suele ser de 3–5 años”, precisa el experto. “Entramos en la empresa cuando ya hay datos prometedores en animales y la ayudamos a llegar a un punto clave: la salida a bolsa. Ese IPO se convierte en nuestro punto de salida y permite que el sistema funcione”.
Sin embargo, hoy este engranaje bien engrasado se ha atascado. “Desde febrero de 2021, el sector biotecnológico vive la caída más larga de su historia”, señala Yasny. “El mercado público ha bajado, la ventana para IPOs prácticamente se ha cerrado. Los inversores privados no saben cuánto tiempo tendrán que esperar para salir, y el apetito por el riesgo ha disminuido”.
Esto genera una presión enorme sobre las pequeñas empresas innovadoras. Pero precisamente en estas condiciones, según el experto, es donde la ciencia verdadera demuestra su solidez y donde aparecen las oportunidades más interesantes. ¿Dónde se esconden hoy?
La conferencia de Ilya Yasny fue organizada en la Universidad Harbour.Space de Barcelona por Ekaterina Kotelnikova, fundadora de la comunidad Barcelona BiomedTech.

Los tres pilares de la biofarma moderna: principales motores de crecimiento para la próxima década

A pesar de la caída general del mercado, en tres áreas de la biofarma se están produciendo cambios tectónicos. Son tecnologías que ya hoy transforman el tratamiento de clases enteras de enfermedades y crean nuevos mercados multimillonarios.

Obesidad: un mercado de 100.000 millones de dólares

El gran avance de 2024, según Science, no fue la terapia génica, sino una nueva generación de fármacos contra la obesidad. Su desarrollo llevó muchos años, pero el resultado ha sido espectacular. Medicamentos como el semaglutida de Novo Nordisk y el tirzepatida de Eli Lilly han demostrado una eficacia sin precedentes en la reducción de peso.
“En 2023 este mercado alcanzó los 6.000 millones de dólares, y las previsiones para 2035 superan ya los 100.000 millones”, señala Ilya.
El potencial va mucho más allá de la pérdida de peso. Los receptores en los que actúan estos medicamentos se encuentran en todo el organismo, lo que abre la puerta a aplicaciones mucho más amplias:
  • Prevención de enfermedades cardiovasculares.
  • Tratamiento de la insuficiencia renal y de la esteatohepatitis no alcohólica (MASH).
  • Datos prometedores en la prevención y tratamiento del Alzheimer, así como en la lucha contra adicciones —desde la alimentaria hasta la alcohólica y la de drogas.
“En realidad, estamos asistiendo al nacimiento de una nueva clase de fármacos con potencial de superventas en varias áreas terapéuticas a la vez”, resume el experto. “Ahora la carrera consiste en desarrollar formas orales más cómodas y medicamentos que conserven la masa muscular al tiempo que reducen la grasa”.

El “software” de la vida: terapias génicas y celulares

Si los fármacos contra la obesidad modifican el metabolismo, las terapias génicas y celulares cambian las reglas del juego, al atacar directamente la causa raíz de la enfermedad. Hasta hace poco sonaba a ciencia ficción, pero hoy los primeros productos comerciales ya salvan vidas.
CRISPR: editar el código de la enfermedad.
“En noviembre de 2023 se produjo un hito: EE. UU. y el Reino Unido aprobaron la primera terapia basada en las ‘tijeras genéticas’ CRISPR”, explica Ilya. Pone como ejemplo la historia de Victoria Gray, que sufría anemia falciforme desde los tres meses y que tras la terapia lleva cinco años sin dolor ni síntomas.
El potencial es enorme. Inicialmente dirigida a enfermedades monogénicas raras, la tecnología avanza rápidamente hacia mercados masivos. Una señal clave para los inversores fue la compra por parte de Eli Lilly, por 1.000 millones de dólares, de un desarrollador que usa CRISPR para “eliminar” el gen PCSK9 en humanos, lo que reduce drásticamente el colesterol “malo”.
“Teóricamente, a todas las personas se les podría eliminar este gen y lograr una disminución significativa de infartos e ictus. Es algo del futuro, pero el mero hecho de este tipo de operaciones muestra hacia dónde mira la gran farma”, afirma Ilya.
CAR-T: entrenar al sistema inmune para luchar contra el cáncer —y más allá.
Otra tecnología revolucionaria es la terapia CAR-T, en la que se extraen los linfocitos T del paciente, se “entrenan” en el laboratorio para atacar un objetivo concreto (por ejemplo, una célula cancerígena) y se reinfunden.
“Por primera vez en 50 años, esta tecnología cambió el estándar de tratamiento del linfoma, demostrando ser superior al trasplante de médula ósea”, subraya el experto.
Pero el verdadero auge llegó hace un par de años, cuando científicos alemanes publicaron resultados “asombrosos” del uso de CAR-T para tratar enfermedades autoinmunes graves como el lupus. Pacientes que apenas podían moverse recuperaron una vida normal tras una sola inyección.
“Ahora, todas las empresas que tenían desarrollos CAR-T para oncología se han lanzado a este campo. Es un mercado potencialmente gigantesco, y estamos apenas en el inicio de su formación”, concluye Ilya.

Zonas de alta atención: ¿dónde está el hype y dónde las perspectivas reales?

En plena ola de optimismo tecnológico, los inversores reciben constantemente propuestas de ideas “revolucionarias”. Sin embargo, como advierte Ilya, la capacidad de distinguir entre potencial científico y simple hype de mercado es una habilidad clave en la biofarma. Algunas de las áreas más mediáticas de los últimos años requieren una evaluación especialmente sobria.

Inteligencia Artificial: ¿una revolución aplazada?
El uso de la IA en el desarrollo de fármacos se ha convertido en uno de los temas más populares. Las empresas prometen crear nuevas moléculas de forma más rápida y barata. Pero la realidad es mucho más compleja.
“El problema es que los grandes modelos lingüísticos, de los que todos hablan, se entrenan con cantidades masivas de textos e imágenes. Los datos farmacológicos, en cambio, son escasos, ruidosos y muy heterogéneos,” explica Ilya. “Los modelos suelen ‘alucinar’, y no cabe esperar un progreso rápido.”
A su juicio, la utilidad real de la IA hoy está en otro ámbito: el análisis de grandes volúmenes de información no estructurada, como publicaciones científicas, historiales clínicos electrónicos y resultados de ensayos clínicos.
“Si con ayuda de la IA logramos aumentar un poco la tasa de éxito de los medicamentos —del 8% al 10%, por ejemplo— ya será un avance colosal con un impacto notable en toda la industria”, concluye.

Longevidad: una trampa para el inversor
La idea de una “píldora contra la vejez” es otro de los temas recurrentes en titulares y presentaciones. Ilya llama a tratarlos con máxima cautela.
“Creemos que la ciencia fundamental aún no está preparada para una extensión radical de la vida. Los resultados obtenidos en gusanos y ratones son extremadamente difíciles de trasladar a humanos,” afirma. “El hype infundado en esta área solo perjudica, socavando la confianza en la investigación seria del envejecimiento.”
Recuerda el caso de Theranos como ejemplo clásico de las “banderas rojas” que deben alertar al inversor:
  • Ausencia de inversores especializados: el consejo estaba formado por políticos y generales, no por expertos en biotecnología.
  • Secrecía total: la empresa no publicaba artículos ni compartía datos.
Dependencia de grandes nombres: celebridades en lugar de credenciales científicas.
“Cuanta más ocultación vemos en un proyecto, menos confianza genera. La falta de publicaciones, de base científica clara y de inversores especializados en el consejo son señales muy negativas”
Lecciones de los psicodélicos: por qué fracasan incluso las buenas ideas
Incluso áreas prometedoras desde el punto de vista científico pueden chocar con la dura realidad de los ensayos clínicos. Ejemplo reciente: los fracasos de empresas que intentaron registrar fármacos basados en psicodélicos para el tratamiento del TEPT y la depresión.
“El problema estuvo en el diseño de los estudios,” explica Ilya. “Era imposible garantizar el ‘enmascaramiento’. Muchos pacientes, ya familiarizados con estas sustancias, sabían tras la primera dosis que no estaban en el grupo placebo. Ese factor subjetivo es algo que reguladores como la FDA no pueden ignorar.”
Un nuevo actor que cambia las reglas
Mientras los mercados occidentales luchan con sus propias dificultades, el panorama global de la biofarma cambia a gran velocidad, con China como principal catalizador.
“China dejó de ser un mero productor de genéricos. El año pasado, un tercio de todos los acuerdos de licencia de biotecnológicas estadounidenses se firmaron con socios chinos: un nivel sin precedentes,” subraya Ilya.
Las empresas chinas demuestran una velocidad increíble en la validación de nuevas hipótesis científicas, sobre todo en campos punteros como la terapia génica y celular. Esta dinámica ya ha cambiado el equilibrio de fuerzas.
“China ha superado a Europa y se ha asegurado firmemente el segundo puesto mundial, solo detrás de EE. UU. Los expertos estadounidenses están seriamente preocupados de perder el primero en los próximos años,” señala Ilya. Para los inversores globales, ignorar la innovación que llega desde China ya no es una opción.
¿Qué debe hacer el inversor?
  1. La innovación es más fuerte que la crisis. A pesar de las dificultades de financiación, el flujo de descubrimientos científicos fundamentales no se detiene. Tarde o temprano, esto dará lugar a nuevas terapias y al crecimiento del mercado.
  2. La gran farma seguirá comprando. Las grandes farmacéuticas se enfrentan a la expiración de las patentes de sus superventas. Necesitan con urgencia reforzar sus carteras adquiriendo pequeñas biotecnológicas innovadoras. Esto significa que la actividad de fusiones y adquisiciones (M&A) continuará, generando oportunidades de salida para los inversores de capital riesgo.
  3. Hay dinero, pero solo para los mejores. En las condiciones actuales, solo las empresas con una base científica realmente sólida y datos convincentes logran captar financiación.
  4. El principal activo es la pericia. En última instancia, el éxito en la inversión en biofarma no depende de seguir el hype, sino de la capacidad de realizar un análisis científico profundo.
Impuls Dossier
Ilya Yasny — doctor en química, inversor de capital riesgo especializado en el sector biofarmacéutico.
Licenciado en la Facultad de Química de la Universidad Estatal de Moscú, Ilya inició su carrera en el diseño computacional de fármacos. Más tarde pasó al capital riesgo, donde desde hace más de 10 años dirige la evaluación científica (scientific due diligence) de proyectos. Actualmente, Ilya Yasny es responsable de la pericia científica en el fondo de inversión LanceBio Ventures, que invierte en compañías biotecnológicas innovadoras.
Además de su actividad inversora, Ilya participa activamente en la divulgación científica: es autor y editor del portal Biomolécula y dirige el canal de Telegram LanceBio, dedicado a noticias y tendencias de la biofarma.
Agradecemos especialmente a Maxim Musin de Rebels.Ai i por su ayuda en la preparación de este material.